martes, diciembre 06, 2011

Lo que se pierde, lo que se extraña.

Cuando extrañas a alguien, ¿será como dice Proust, que no sólo extrañamos a ese alguien, sino a los sentimientos experimentados en relación a esa persona -tanto agradables como dolorosos-?
Últimamente me estoy volviendo afecto a dicha idea. Precisamente por las sensaciones en mí en virtud de los hechos, o, como dirían algunos, de la facticidad en la cuál mi vida parece estar entretejida.

Como escribí hace algunas entradas, el lenguaje parece expandirse hasta sus límites sin lograr por ello aprehender la cuestión. En este caso, el castellano. Por ello he recurrido a una palabra en lengua portuguesa: "saudade": un vago y constante deseo por algo que no existe y probablemente no puede existir. Esos son los hechos.

Pero existe un aspecto rescatable: la nostalgia por lo bueno. Aunque tristemente, la palabra nostalgia implica dolor. Y en ese dolor esta el extrañar, no sólo a la persona, ni a sus sentimientos, cualesquiera que fuere su alcance, por uno mismo; implica también extrañar nuestros propios sentimientos.

Que cosas...